martes, 7 de mayo de 2013

Florentijn Hofman, el artista del patito errante


En los años noventa un barco que venía de China cargado de patitos de goma naufragó en medio del Pacífico. Los pequeños juguetes, nada menos que treinta mil, quedaron flotando a la deriva, a merced de las corrientes del océano, sin que nadie más que un par de oceanógrafos con mucho tiempo libre se volviese a preocupar por su destino. Quince años más tarde los patitos que sobrevivieron a la travesía empezaron a llegar a la costa y algunos afortunados tuvieron la suerte de divisar uno de ellos en la orilla y poder llevárselo a casa. Hace unos días los habitantes de Hong Kong encontraron otro patito varado en su puerto. Sin embargo, al contrario que los escurridizos patos de la historia, el nuevo patito fue avistado por toda una multitud pero ninguno de los presentes fue capaz de llevárselo a su casa.




Así pues este patito inflable gigante apareció un buen día flotando entre los barcos de Hong Kong. Y no era la primera vez que una cosa así sucedía, pues el artífice del pato ya lo había paseado anteriormente por ciudades como Sydney, Osaka y Sao Paulo. Semejante iniciativa sólo podía haberse forjado en un lugar de este mundo y éste no es otro que el cerebro de un artista holandés. Y es que entre la de subvenciones que les dan y las ocurrencias que estos señores tienen ya de por sí, es raro el mes en que no sale a la palestra un nuevo y pintoresco artista nacido en los Países Bajos. En este caso el creador se llama Florentijn Hoffman y en su sitio web nos explica el profundo significado que como en toda obra de arte que se precie subyace bajo el pato viajero:


"El Pato de Goma no conoce fronteras, no discrimina a nadie ni tiene connotaciones políticas. El simpático Pato de Goma flotante tiene propiedades curativas pues ayuda a localizar y aliviar las tensiones del mundo. ¡El Pato de Goma es blandito, amigable y adecuado para todas las edades!"

El amigo Florentijn intenta por tanto vendernos un Pato de Goma (así con mayúsculas, faltaba más) como un monumento a la paz y la solidaridad. Y como suele suceder en estos casos... le funciona. Ahí sigue de continente en continente con su pato a cuestas. Hay que decir en su favor que aunque lo parezca no pasea siempre el mismo pato sino que construye uno nuevo por ciudad. Incluso tuvimos uno en Amsterdam pero no tuvo gran trascendencia pues medía sólo cinco metros, nada en comparación con los veinticinco del patazo que colocó en St.Nazaire.


Pero no sólo de patos vive Florentijn. En realidad es un artista bastante conocido cuyas obras se caracterizan por ser enormes y de carácter temporal, representando generalmente animalitos o juguetes. Además de su sonado Pato de Goma tenemos cosas como:





Quieras que no las estatuas de este hombre son simpáticas y lleva su trabajo hacerlas. A mi al menos me han generado unas ganas enormes de llenar la bañera de patitos. Sin embargo me sigue quedando la duda de, nunca mejor dicho, quién paga el pato. Y si no os convence del todo Florentijn pensad que hay casos mucho peores, como ese otro paisano al que el año pasado se le murió el gato y no tuvo mejor idea que ensamblarle un par de hélices y transformarlo en helicóptero. ¡Y encima arrasó en una feria de arte de Amsterdam! Lo dicho, para gustos se pintan colores....





Actualización: ¡Terrible! ¡El pato de Hong Kong ha explotado!




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