Cuando intentamos responder por qué los holandeses usan tanto la bicicleta enseguida aparece otro interrogante. ¿De dónde viene este vehículo? ¿Cuánto tiempo lleva el ser humano pedaleando en él? No es que un inventor se sacase un buen día este artilugio de la manga sino que la humanidad tardó varios siglos alcanzar el concepto de bicicleta tal y como hoy la conocemos. Hoy toca pues empezar repasando los orígenes de estas máquinas de dos ruedas tan cotidianas y olvidadas al mismo tiempo para terminar analizando por qué precisamente en Holanda su uso está tan extendido.
La larga historia de la bicicleta comienza el el siglo diecisiete, cuando empezaba a florecer la ciencia tras la oscura época medieval. En este tiempo el francés De Sivrac inventó la célérifère: un tipo de bicicleta que no tenía manubrio, cuyo asiento era un cojin sobre una barra de madera y que se propulsaba impulsando los pies contra el suelo. Una especie de patinete con asiento. Menudo inventazo. Para rematarlo le ponían cabezas de ciervo o león a modo de mascarón de proa. De postal estarían los nobles de la época a horcajadas sobre estos artefactos, una pena que además de bicicletas no tuviesen cámaras de fotos.
No fue hasta el siglo diecinueve que al alemán Karl Drais se le ocurrió controlar la dirección del patinete con un manillar, diseñando así otra protobicicleta: la draisiana. En este punto el vehículo comenzaba a ser interesante, así que algunos de los individuos que poseían una draisiana se dedicaron a intentar mejorarla por su cuenta en sus casas.
Por ejemplo un escocés de apellido MacMillan tuvo la brillante idea de añadirle pedales, permitiendo por fin a los ciclistas impulsar la máquina pedaleando en lugar de dando empujoncitos contra el suelo. El invento se iba pareciendo más a una bici y menos al patinete inicial, a pesar de que los pedales iban en la rueda de delante y tenían una forma un tanto extraña. Otro señor llamado Gavin Dalzell tuvo la brillante idea de plagiar y patentar este invento, así que en su tiempo fue él quién se llevó todo el mérito.
Fruto de los esfuerzos de estos y otros muchos señores a mitad del siglo diecinueve lo que teníamos era un aparato de madera con manillar y unos pedales más ortodoxos cuyos neumáticos se fabricaban en hierro. Pero a este nuevo modelo, que llegó a ser bastante popular en Francia, el populacho no lo llamó ni macmillana ni dalzelesa sinó quebrantahuesos a causa de las vibraciones que producían estas ruedas macizas sobre calles adoquinadas. Gentilezas de la época, pues a día de hoy en lugar de quebrantahuesos le hubiesen puesto machacacojones.
Después de ésta se puso de moda la bicicleta de rueda alta o biciclo, que era prácticamente igual al modelo anterior pero con una rueda delantera enorme y una rueda de atrás ínfima. Tanta era la diferencia que los británicos la llamaban penique-centavo, haciendo analogía con una moneda grande seguida de otra pequeñita. Pero este extraño diseño no era ningún capricho. El hecho de que la rueda de delante fuese tan grande permitía al aparato moverse a mayor velocidad y sobre todo amortiguaba en gran medida las molestas vibraciones producidas por adoquines y baches, haciendo al biciclo infinitamente más manejable que la quebrantahuesos. Sólo tenía un pequeño problemita de diseño, y es que tras conseguir subirse a semejante mamotreto, si el ciclista perdía el equilibrio su vehículo caía hacia adelante, dando con su frente en todo el pavimento. No fueron pocos los británicos que murieron de esta deshonrosa manera a finales del siglo diecinueve. Lo extraño es que no hayan llamado a esta bicicleta, siendo fieles a la terminología de la época, la revientacrismas.
A partir de este momento empezaron a inventarse en múltiples países bicicletas de formas, tamaños y número de ruedas variables con el objetivo de conseguir por fin un vehículo estable. Estos son algunos ejemplos de variaciones sobre el biciclo:
Finlmente, ya casi en el siglo veinte, el inglés John Dunlop inventó una cámara de tela y caucho que se inflaba con aire y se colocaba en el borde de la rueda: el neumático. ¡Por fin se podían poner ruedas de goma! El tema de las vibraciones quedaba solucionado y las ruedotas enormes podían pasar a mejor vida.
Esto permitió que alrededor de 1880 apareciese al fin la conocida máquina segura, abuela de nuestra bicicleta. Por fin podías ir a darte un paseo en bici con más posibilidades de volver a casa que de acabar decorando un bordillo. Y por fin se consideró la máquina lo suficientemente segura para que la usaran también las mujeres.
Esta nueva seguridad se conseguía haciendo que la bicicleta fuese de nuevo bajita y colocando la tracción en distinta rueda que la dirección. Es decir que por primera vez se les ocurrió poner los pedales en la rueda trasera en vez de en la de delante, inventando además la cadena de transmisión para poder pedalear sin ir sentado sobre la propia rueda. Y ahí estaba la clave. Tras este modelo no ha habido cambios sustanciales en el diseño de los aparatos, solamente mejoras para irla haciendo más ligera, como la introducción de las marchas.
La bicicleta, tras casi cuatro siglos de evolución, estaba terminada y supuso toda una revolución social. Se convirtió en un sistema de transporte barato, eficiente y accesible a todo sexo y clase social. Imaginad lo que cambia el concepto de las distancias entre ir a pie y disponer de un vehículo, aunque éste sea una modesta bici.
Incluso la prensa de la época reportó cómo la bicicleta cambió el patrón de comportamiento entre la juventud a finales del siglo diecinueve, ya que literalmente "disminuyó la asistencia a la iglesia, extendió nuevas tendencias de cortejo entre los jóvenes e incluso provocó un declive en el uso del piano". Estudios dicen que amplió en 48km la distancia de cortejo, ya que los jóvenes podían permitirse ir a ligar al pueblo de al lado en lugar de conformarse con la vecina.
Pero todo lo que tiene un apogeo termina por alcanzar el ocaso y la bicicleta no podía escapar a esta norma universal. Sobre 1900 empezaron a aparecer los primeros automóviles con motor de gasolina y tanto furor causaron que a partir de 1920 la industria del transporte se centró por completo en el desarrollo de estos vehículos. La tecnología y el capitalismo progresaban a pasos agigantados y la bicicleta quedó relegada a lo que había sido en sus inicios como célifere: un juguete para niños.
Aún así en ciertos países sobrevivió el concepto de bicicleta como medio de transporte. En la India, debido a la pobreza, la mayor parte de la gente de a pie siguió desplazándose en bicicleta y en China este artefacto llegó a convertirse en todo un símbolo popular asociado al régimen comunista. Pero no es necesario que nos vayamos tan lejos. A día de hoy en Holanda la bicicleta es el principal medio de transporte, ved sino el siguiente artículo sobre los holandeses y sus bicicletas.
¿Por qué ellos son así y nosotros no? La geografía del país obviamente ayuda. Vas a tener más tendencia a usar la bici si todo es plano que si camino al trabajo tienes que hacerte un tour de Francia en miniatura para luego pasar la jornada oliendo a sobaco rancio. Pero sobre todo, lo que hace que tanto los holandeses como la mayor parte de extranjeros que vienen a parar aquí se pasen rápidamente a la bicicleta es la existencia de una enorme red de carriles acondicionados especialmente para ello. ¡En según qué sitios no hay siquiera aceras, pero vayas donde vayas carriles bici gordotes como autopistas vas a encontrarlos seguro!
¿Pero entonces qué vino antes, el huevo o la gallina? ¿Se usa bici porque hay carriles o pusieron los carriles porque se usaba la bici? Como veréis en el documental de arriba, Holanda no fue diferente a otros países Europeos a principios del siglo veinte, dejando que los novísimos automóviles anegaran sus calles. Pero en los años setenta, por una serie de factores, el país dijo basta. El gobierno comenzó a promover el uso de la bicicleta mediante políticas como convertir los cascos históricos en peatonales y construir la red de ciclovías que conocemos. Y esta iniciativa, que en otros países ni se hubiese podido proponer, vino como anillo al dedo a la cultura calvinista de domingos de bricolaje y hágalo todo usted mismo de nuestros amigos de los Países Bajos. De este modo se llegó al modelo de ciudad holandesa de hoy en día, que por ser más ecológico y saludable empieza a ser imitado en muchos otros lugares de Europa.
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En el museo del transporte de Glasgow puedes ver en vivo estas bicis (y muchas otras)
ResponderEliminarPor ejemplo un escocés de apellido MacMillan tuvo la brillante idea de añadirle pedales, https://guiaesceptica.org/biografia-de-mino-winner/
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