Cortar de cuajo la propaganda telefónica

Durante los últimos dos meses, más o menos después de comer, un teléfono sonaba regularmente en mi oficina. El propietario del aparato, en lugar de descolgar, ignoraba la llamada día tras día. Al parecer era una compañía eléctrica que quería captarlo como cliente. Intentó decirles que no la primera vez, pero el comercial insistía en que debían hablar en otra ocasión en que mi compañero tuviese cerca alguien capaz de hablar holandés para entenderse mejor con él. Es bastante obvio para todo el mundo con excepción de aquel vendedor molesto que nadie va a buscar con emoción un amigo nativo para tenerlo esperando al lado del móvil la importantísima llamada de un comercial. Pero nuestro protagonista, además de ser vago y no captar las evidencias gozaba de la virtud del tesón, así que programó una alarma diaria para las dos de la tarde y comenzó su proceso de acoso telefónico.



Y es que aquí en Holanda el spam a través del teléfono está cada vez más a la orden del día. Vale, todavía no han puesto a llamar a todos sus recién licenciados en ciencias empresariales, pero tiempo al tiempo. Sin embargo existe una diferencia fundamental y es que en los Países Bajos es posible bloquear este acoso telefónico. Así como para evitar los folletos en tu portal existía la pegatina mágica, para impedir que te aparezcan llamadas con los últimos precios de ADSL puedes inscribirte en el portal bel-me-niet.nl (no-me-llames.nl, más claro agua).


Si registras tu número en el pequeño formulario que encontramos en no-me-llames.nl, las compañías tendrán prohibido utilizarlo para hacer publicidad telefónica. Eso sí, todavía es posible que te llamen desde aquellas compañías de las que ya eres cliente para ofrecerte nuevos productos. Vacíos legales. En estos casos sólo queda recurrir al sistema tradicional y pedir que dejen de acosarte si quieren que sigas siendo cliente.

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