martes, 1 de octubre de 2013

Viva el tuning (II)


Existen misterios insondables que el ser humano tal vez nunca sea capaz de desentrañar. ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? Y más misterioso aún: ¿Qué lleva a algunos individuos a alterar la estética de sus automóviles para que luzcan de determinada manera? Si no comprendes la profundidad de estas cavilaciones es que todavía no has visto el cochecito que estaba aparcado el otro día por las calles de Amsterdam.


Aclarar que el vehículo que vamos a ver no lleva escrito ni el nombre de una panadería ni el de una marca de electrodomésticos. Ni siquiera el teléfono del paisano que lo construyó por si a algún viandante se le antoja adornar su propio vehículo con una barrabasada de cartón piedra similar. No anuncia nada. Esto es amor al arte... o a algo que no se sabe muy bien lo que es en su estado más puro. El tuning holandés nos ha dado por fin un ejemplar digno de rivalizar con el micro coche de policía de Nueva York. Como dicen por estos lares: Enjoy!


      






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