Si eres holandés es precepto que te enfundes un disfraz al menos una vez al año: el día de la reina. Durante esta jornada las vestimentas naranjas son imprescindibles pero insuficientes, pues tanto más triunfarás cuantos más complementos, qué decir tiene que de color naranja también, incorpores a tu atuendo. Sombreros, pelucas, gafotas.... cuanto más y más ridículo mejor que mejor. Si además te cuadra un año en el que se celebra algún campeonato futbolístico que involucre a la selección nacional como son el mundial o la eurocopa, el número de veces que has de desempolvar tu uniforme fiestero se multiplica. No es necesario que seas de los que van hasta el estadio a animar al equipo en primera línea, pues mismamente para bajar al bar es raro quien no se engalana con joyas del diseño como cuernos de vikingo naranjas o melenas de león naranjas.
Halloween, como en España, gana cada vez más popularidad en el país propulsado por los bares que quieren sacar partido a la noche organizando una fiesta de disfraces, así que puede que a golpe de octubre te apetezca vestirte de Freddy Kruger, Morticia Addams o qué se yo, el vampiro de Barrio Sésamo. Si eres del sur, cuando llega febrero no te queda otro remedio que celebrar los carnavales como dios manda, pues en ciudades como Maastricht o Breda, de tradición católica, estas festividades son imprescindibles. Y guárdate tú de que a principios de diciembre no te dé por embadurnarte la cara con una cera de color negro e ir repartiendo galletitas vestido de paje por los autobuses para anunciar la venida del navideño Sinterklaas.
Todo esto sólo en lo que a disfraces concierne. Pero si hablamos de elementos de decoración festivos, de interiores Y exteriores, la lista ya se dispara. Si eres nacido en Holanda has de ornamentar por fuerza tu casa en cada uno de los siguientes acontecimientos: cumpleaños, nacimientos y otros aniversarios.
Si llega tu cumpleaños o el de cualquiera de tus familiares, no importa que peine canas, es menester que engalanes tu hogar con banderines y globos multicolor. Es opcional pero recomendable poner alguna señal en ventanas o puertas para anunciar al mundo tan importante evento. Merece mención especial el cumpleaños número cincuenta, al que se denomina ver a Abraham o a Sara dependiendo de si eres hombre o mujer. Aquí la humillación pública se torna obligatoria y la tradición manda que tus amigos y familiares coloquen el muñeco de un viejo o vieja delante de tu puerta. A su elección queda si te agasajan con un monigote chiquitico o con un titán inflable en la senectud que llega más arriba que el tejado de tu casa.
Cuando nace un niño, amén de otros rituales, es muy común marcar la vivienda afortunada con algún letrero, no vaya a ser que a los vecinos y transeúntes se les pase por alto la relevante noticia. El motivo más común para este tipo de acontecimiento son las cigüeñas. A veces no pueden resistirse a proporcionarnos todavía más información innecesaria y adjuntan el nombre del neonato, como en la foto, o mucho más común, su género, usando siempre la misma frase: Hoera een meisje/jongen (¡Hurra, una niña/niño!). Estos carteles del hurra vienen impresos en sendos colores de bebé, rosita o azul pastel, dependiendo de si son para meisje o para jongen (sí, a pesar de que luego sus abuelos se pongan sin pudor pantalones de toda la gama de colores del arcoiris, para los recién nacidos aún pervive este código cromático tradicional)
Los aniversarios.. de lo que sea deben celebrarse también como es debido. Jubilaris se llaman, no os confundáis como me pasó a mí cuando un jefe mayorcete apareció una mañana con el cartel tradicional de jubilaris sobre su mesa y fui a preguntarle que cuando era que se retiraba.
Pero no sólo al jefe le festejaron la ocasión. Todo el que cumple un número elevado de años en la compañía obtiene su tarjeta. La tuvo incluso un tipo que aparecía por la oficina a las cuatro de la tarde, apenas se relacionaba con nadie y aterrorizaba a colegas y clientes con sus arrebatos de cólera ante presuntos fallos ajenos: En su décimo aniversario su puesto de trabajo apareció debidamente decorado con globitos y serpentinas. Y ya cuando tres de los empleados más importantes cumplieron años de servicio el mismo día fue el acabóse: Nos repartieron posavasos con sus caras.
Otra cuestión protocolaria muy importante en los Países Bajos consiste en regalar una tarjeta postal firmada a cualquiera que se encuentre en una de las situaciones citadas anteriormente... o en cualquier otra. Existen postales impresas adaptadas a cualquier situación imaginable. Aniversarios de todo tipo, bodas, nacimientos, enfermedades... ¿Cuál fue la reacción de mi ex compañera de piso holandesa cuando la informé acerca de mi accidente? No me contestó al email... me envió por correo postal a mi casa una tarjetita que pone ¡Que te mejores! En el trabajo mismo nos hacen firmar e inmortalizar un mensajito insulso en el interior de una de estas tarjetas cada vez que alguien está de cumpleaños, como quien deja su impronta en una carpeta clasificadora de quinceañera de primero de BUP. Dado que la empresa va creciendo y ya somos casi cincuenta, esto nos obliga a trabajar a una media de una firma cada cuatro días laborables y medio. Con este percal no es la primera vez que alguno se equivoca y estampa un rotundo "¡Felicidades!" en la tarjeta dedicada a un compañero que está en el hospital o acaba de ser despedido.
Pues bien, toda esta metralla tiene que salir de algún lado. Y dado que en Holanda no se encuentran bazares chinos ni tiendas de todo a cien y además el catálogo de artículos festivos que necesita esta gente es taaaan extenso, es lógico que existan negocios especializados en este tipo de material: las llamadas feestwinkels. Hasta ahora jamás había osado poner el pie dentro de una de ellas pero hace unos días, dando un paseo, me topé con unas puertas abiertas de par en par custodiadas por un payaso de globos de las que brotaba una música sospechosa a volúmenes nada despreciables. Coincidiendo con los carnavales, una feestwinkel desplegaba sus armas más poderosas para incitar a los viandantes a aventurarse en sus dominios.
¿Quién podría llevar la contraria a ese payaso que dice ENTRA? |
¿Cómo es exactamente una feeswinkel por dentro? - os estaréis preguntando -. Lo principal es la música ambiental. Durante toda tu estancia en el establecimiento tus oídos se verán regalados con un conjunto de piezas que son a la vez carnavalescas y holandesas al ciento por cien. Estas dos cosas son mucho decir ya por separado, así que imaginad las cotas de maestría que se alcanza cuando se combinan. O escuchad el siguiente ejemplo que, al menos ese día, los empleados de la tienda bailoteaban con manos falsas y otros objetos de broma adheridos a su ropa.
Por lo demás imaginad una orgía de plásticos brillantes y purpurinas que engloba en unos cuantos metros cuadrados todas las horteradas festivas que acabamos de describir y muchas, muchas más. Las tiendas están saturadas a mas no poder, pues por cada diseño dedicado a los cumpleañeros se imprime un modelo para cada posible edad, del uno al cien. Qué es eso de vender un paquete de velas genérico y que cada uno se apañe colocando las que tocan, habrase visto la despersonalización.
¡Disfrázate de señor de smoking montado en chocobo! |
(Mega) sección de cumpleaños, sección de nacimientos, de bodas, sección de halloween con sus toneladas de telarañas y murciélagos e incluso uno de esos cuadros holográficos que tanto flipaban a la gente setentera en el que cuando te mueves a la gioconda le salen cuernos y colmillos de vampiro, y por último la sección de carnaval, la más grande y en la que cohabitan pelucas, caretas y disfraces de cuerpo entero desperdigados sin ton ni son. ¿Os suenan las típicas diademas que traen acoplados cuernos de diablesa u orejas de conejo a lo playboy? Pues aquí además de estos modelos básicos los venden de jirafa, de dálmata, de elefante... Narices de payaso, sí, pero también narices puntiagudas de Usuff o mini morritos de tiburón (?). Gorros de gallina, de cerdito, de agente del FBI o de maceta con flores, lo que todos necesitamos para renovar nuestro fondo de armario. En definitiva, tonterías carnavaleras a raudales pero... ¿os podéis creer que no encontré clásicos como cacas de plástico ni bombas fétidas?
¿Y qué pasa si necesitáis con urgencia alguno de estos artilugios pero encontráis vuestra feeswinkel cerrada? Al igual que los bares que tienen máquina de tabaco para emergencias, en el aeropuerto de Amsterdam encontraréis a vuestra disposición máquinas de imprimir pancartas in situ, para que jamás de los jamases dejéis de recibir a vuestros seres queridos con la ostentosidad pública que se merecen.
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Francisco Manuel, éste si que es un moranco XD
ResponderEliminarVale, gracias. Me quedo más tranquilo. Francisco Manuel (Sevilla).
ResponderEliminar!Ingenioso sentido del humor! Genial descripción de una realidad.. Saludos
ResponderEliminar¿Y qué me dices de la decoración por estaciones que tienen en tiendas como el Xenos, Zeeman, Wibra, Kruidvat...? Llega la pascua y se inunda todo de conejos multicolores, pollos plastiqueros de todos los tamaños y huevos de dudoso gusto. Es otoño, toca decorar la casa con hojas, bellotas, castañas y qué sé yo. Invierno: angelotes, renos y palos blancos.
ResponderEliminarLa tienda esa de Middenweg es para dar un susto. Sobre todo si te paras a mirar al suelo y ves en qué estado tienen la moqueta.
Jajajaja! Pues sólo puedo decirte que ya puedo esforzarme más en hacer amigos autóctonos, con casa y familia si es posible, para tener oportunidad de contemplar el periódico ascenso y caída de esos pollos plastiqueros a una mesa de comedor de verdad. Porque aunque la vista los descubre cada año puntualmente en el xenos, al cerebro le cuesta asimilar su existencia. Lo cual no debería suceder, pues tras la orgía de lucecitas navideñas a la que nos someten algunos vecinos durante el mes de diciembre, deberíamos estar más que curados de espantos.
EliminarQue razón tienes con eso de que les encanta disfrazarse! En Groningen no había semana que no viese a un grupo de chic@s disfrazados alguna noche de fiesta, así que un día a uno le pregunte; ¿Por qué vais disfrazados? Su respuesta fue más simple que el funcionamiento de una piedra, "Nos gusta disfrazarnos, así que por qué no vamos hacerlo?".
ResponderEliminarDesde entonces, y ahora ya en España, me disfrazo con mis amigos (a los cuáles también les gusta disfrazarse) varias veces al año, y cuando alguien me pregunta me limito a transmitir lo que aquel holandés me dijo, porque tenia más razón que un santo.