miércoles, 31 de diciembre de 2014

Un año más de Holanda y de blog


En Holanda, donde no tuvimos ébola pero sí un brote de gripe aviar, no ha sucedido demasiado en 2014. Quitando el incidente del avión derribado en Ucrania, claro. Que fue tan grave que hasta se notó en la calle. El restaurante mexicano al que desde el trabajo pedimos buratos a domicilio pasó unos días cerrado, pues uno de sus empleados iba en el MH17.

También, como se iba viendo venir, en Diciembre se armó la marimorena con los Zwarte Pieten. Tras una avalancha de denuncias, las principales cadenas holandesas eliminaron el merchandising dedicado al polémico paje de sus estanterías, haciéndolo cada vez más difícil de encontrar. Los villancicos cambiaron su letra como tocados por la varita del ministerio de la verdad de 1984 y los diputados de partidos más derechistas se presentaron al trabajo enfundados en sendos disfraces de Pedritos negros para protestar por su inminente erradicación. A los ayuntamientos les tocó decidir qué se haría en los desfiles públicos con estos personajes. Mientras algunos optaron por pintarlos más negros todavía, otros trataron de enmendar el entuerto con Pieten payasiles de viva gama cromática; iniciativa que no logró evitar graves disturbios durante las fiestas.







Por lo demás, el I+D habitual en este país ha venido este año muy centrado en la conducción. Se ha intentado implantar una carretera en la que pintadas fluorescentes evitarían el uso de farolas, y un carril bici con paneles solares incorporados, pero ambos se revelaron como un fracaso al poco tiempo, inhabilitados por las inclemencias meteorológicas. Por el momento lo único que queda en limpio de todo el asunto es este otro carril bici inspirado en la noche estrellada de Van Gogh de indeterminada utilidad.




Para mí, éste ha sido el año en que empecé a ir al trabajo en bicicleta, me estampé con el primer coche que pasaba y a continuación dejé definitivamente de ir al trabajo en bicicleta. Para luego apuntarme a un gimnasio intentando paliar las secuelas de la maniobra anterior y tras un tiempo terminar, como no podía ser de otra manera, engrosando la lista de personas que hacen una altruista contribución cada mes a dicha entidad pero no la pisan ni por asomo. Aunque esta última es una historia que no he contado todavía...

Mi lista de animales domésticos, tras los ubicuos mosquitos (que por cierto este año me obsequiaron con la picadura más grande y virulenta de la historia del continente europeo) y las celebérrimas arañas, pasó a ser engrosada por los ratones. Porque éramos pocos.



Y por desgracia, mi vecindario se tornó mucho más animado de lo que solía ser. Qué contraste volver de unas vacaciones en Berlin, ciudad en que se puede decir que la gente, dentro de lo que cabe y a pesar de preferir el metro ante cualquier otro lugar para tomarse una cerveza, guarda las composturas, y nada más llegar encontrarse a los vecinos celebrando el fútbol en comuna en el portal, bajo una capota de banderines naranjas de manufactura casera. Y es que este año tuvimos mundial (suspiro). A los holandeses, duchos en el arte de engalanarse para cada ocasión tras asaltar el feestwinkel de turno, les tocó cubrir de naranja toda superficie cubrible en cien metros a la redonda. Y a mí me tocó escuchar hablar de fútbol más de lo que había tragado hasta el momento en toda mi vida. Hasta en el trabajo televisaban los partidos. Por suerte un compañero me enseñó el truco: memorizas el nombre de un par de jugadores, le añades una frase lo más genérica posible (véase: Ayer el juego de Robben no cumplió las expectativas) y voilá: tus contertulios convencidísimos desarrollan el tema como si lo que acabas de decir tuviese algo de sentido... A no ser que el futbolista elegido justo no haya salido al campo ese día, que también puede pasar.




Otra sorpresita con la que me topé al volver de este viaje es que mi oficina se había mudado de edificio. Y como la sede nueva se emplaza en un número 42, en cada uno de nuestros escritorios apareció de regalo una copia de la guía del autoestopista galáctico. Normalmente en este punto haría un comentario relativo al país de las piruetas y tal. Pero la cosa está turbulenta. Entre el nuevo edificio, la gente que han echado (entre ellos mi amiga china) y todos los que se han ido, a veces me da la impresión de que estoy en un trabajo totalmente diferente. Otras de que estoy en una casa de locos, pero esa es otra historia que será contada en otra ocasión. Al menos este año, a causa del trabajo, conocí a mi primera celebrity del país. Se trata de André Kuipers, el astronauta holandés (sí; sólo hay uno). Vino a un evento a darnos una charla muy interesante sobre la vida en la estación espacial internacional, la cual quería haberos contado en su momento pero lo dejé pasar y ahora ya no me acuerdo.






Y no mucho más. Como siempre intento viajar un poquito, he estado en Alemania (por partida doble), en Canarias y en Marruecos. Y en Amsterdam he vuelto a meterme en situaciones curiosas, como un karaoke chino (¡menudo panorama!), una fiesta dedicada a Bukowsky en la que hasta las paredes supuraban intelectualidad, la exposición de the art of the brick con, digamos, la medicación adecuada, un sarao de halloween la mar de currado, con su hoguera y todo, y hasta un bar de pueblo donde un holandés muy majo me recomendaba ver gandía shore, pues de acuerdo con su opinión era todavía mejor que la versión americana.




Con respecto al blog, en 2014 superamos la barrera de los quinientos y a puntito estamos de llegar a los setecientos, siendo el artículo más popular aquel en que explicábamos el significado de las misteriosas mochilas que a principios de verano penden de la fachada de algunas viviendas. Ha habido menos entradas, pero más largas y elaboradas. Aunque he de reconocer que en los últimos tiempos tengo el blog un poco descuidado. He tenido bastante trabajo y me cuesta encontrar tiempo y energía para escribir, aunque supongo que será una racha.

Entre otros proyectos he estado además trabajando en el librito de mi padre (ya sabéis que en mi familia estamos hechos unos grandes negociantes a la par que literatos, él con su libro de un euro del cual Amazon se lleva el veinte por ciento y yo con mi blog en el que los anuncios de google no me dan ni dos euros por mes). Si lo queréis comprar y darle una alegría al hombre por navidades, aquí os dejo el enlace.




Y esto es todo por ahora. Saludos a aquellos que dais señales de vida con asiduidad, que ya sabéis quienes sois, y a los que leéis en silencio también. Espero vuestros comentarios sobre qué os gustaría leer el año que viene, aunque aviso que puede que venga con retraso. Y que 2015 entre con buen pie para todos. ¡Ah! Y como dicen infinidad de carteles luminosos últimamente por Amsterdam, mucho cuidado con lo que puedan venderos por la calle.





5 comentarios:

  1. Feliz Año desde Bélgica también

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  2. ¡Feliz Año Nuevo!. Francisco Manuel (Sevilla)

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  3. Feliz año! Esperemos que el próximo año traigas más historias holandesas interesante!

    Saludos!

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  4. Como nueva residente en Holanda me encanta tu blog. No sólo lo leo ahora que estoy aquí sino que ya lo leía antes de llegar. Por este motivo...

    ...te nomino porque creo que mereces el premio simbólico que nos damos entre bloggers.

    http://ourgodsaredead.blogspot.nl/2015/01/un-nuevo-premio-para-our-gods-are-dead.html

    Si lees esta entrada lo comprenderás. Tienes que seguir los pasos y poner la imagen que hay al principio de la entrada en tu siguiente post :)

    Te dejo también mi blog privado, por si te apetece pasarte: http://thefineartofpoisoning.blogspot.com

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  5. había otro astronauta holandés pero ha fallecido.
    http://www.informador.com.mx/tecnologia/2014/528571/6/fallece-el-primer-astronauta-holandes-que-viajo-al-espacio.htm. Francisco Manuel (Sevilla)

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