domingo, 15 de junio de 2014

Holanda fuera de Holanda: tres puntos del mapamundi que se parecen pero no son


Si alguien te enseña una fotografía de un punto cualquiera de los Países Bajos lo más probable es que la identifiques al momento. Holanda tiene uno de los estilos arquitectónicos más peculiares de nuestro planeta: Canales, casas estrechas y alargadas, ladrillos rojizos, grandes ventanales y fachadas que cuidan hasta el más mínimo detalle. Tanto es así que, por motivos diversos, en algunos lugares del mundo que poco tienen que ver con Holanda han intentado calcar con más o menos éxito esta estética tan característica. Hoy repasamos tres curiosos rincones del mapamundi que, a pesar de encontrarse muy muy lejos, vistos en una foto podrían confundirse perfectamente con los Países Bajos.



- El barrio holandés de Postdam, en Alemania

Postdam es un municipio de unos doscientos mil habitantes situado a las afueras de Berlín. Está tan cerca que incluso puedes ir en metro. Lo que tiene este pueblo de particular es que alrededor del siglo diecisiete fue elegido como lugar de residencia oficial de los miembros de la familia real prusiana, que trabajaban el Berlín, la capital del reino, pero iban a Postdam a relajarse. Por ende con el transcurso de los años se fue poblando de jardines y palacios para la corte real. El más famoso de estos múltiples palacios es el de Sanssouci o "Versalles alemán" (cuyo arquitecto fue un holandés, por cierto). Lo que hoy nos ocupa sin embargo no son los jardines palaciegos sino el casco urbano de la villa.

A principios del siglo dieciocho Holanda tenía la fama de ser el país más industrializado y próspero de Europa. A sabiendas de este dato uno de los reyes prusianos, Federico I, se propuso atraer como fuese unos cuantos artesanos holandeses para trabajar al servicio de la corona de Prusia y contribuír al desarrollo del país. Para hacer la emigración más apetecible para estos extranjeros se le ocurrió (bueno, lo más seguro es que se le ocurriese a sus consejeros) construir un pequeño barrio de casitas de ladrillo rojo a imagen y semejanza de los pueblos de la patria holandesa. Así nació el barrio holandés de Postdam, cuatro manzanas en medio del pueblo con 134 casitas (sí, parece que alguien las ha contado) que imitan, en la medida de lo posible, la arquitectura típica de Holanda.

Hay que decir que el plan no surtió efecto. Por algún motivo los holandeses no mordieron el anzuelo y las casas acabaron siendo ocupadas por mercaderes prusianos y franceses. Como curiosidad añadir que durante mucho tiempo el arriendo de estas casas vino con sorpresa, pues los inquilinos estaban obligados a albergar en el cuartito de la buhardilla a uno de los soldados de la guardia especial del rey; los gigantes de Postdam. Un cuerpo militar de élite cuyos integrantes habían de medir al menos 1,88 metros, una barbaridad para la época (la de coscorrones que se darían con los tejados inclinados). Desde entonces, y con excepción de la etapa de la Alemania comunista (aquí no había dinero y medio Postdam estaba para el arrastre), estas casas, aunque al final no haya sido por parte de holandeses, han estado siempre habitadas.



Que alguien le explique a estos alemanes que en la variedad está el gusto
Además se han pasado con el ancho. ¿¿Tres ventanas??



Pella, un pueblo holandés en mitad de Estados Unidos

Para encontrar la siguiente imitación importante de Holanda nos movemos de continente. Como también se movieron tantos colonos holandeses entre los siglos diecisiete y diecinueve en busca de una vida mejor en el nuevo mundo. Unos acabaron fundando Nueva Amsterdam; a día de hoy Nueva York, y los que hoy nos ocupan, de una hornada más tardía, levantaron su hogar en un pueblecito mucho menos sonado al que darían el nombre de Pella. Este grupo de colonos, liderados por un sacerdote llamado Pieter Scholte, llegaron en 1847 a los Estados Unidos huyendo de la represión religiosa que Guillermo I ejercía sobre los católicos en su país de origen (y que terminaría dando lugar a la separación de Bélgica de los Países Bajos) con la intención de fundar una colonia basada en sus propios ideales religiosos.

Pella es a día de hoy un pueblo de unos diez mil habitantes situado en el estado de Iowa. Estos habitantes hacen todo lo que está en su mano por ser lo más holandeses posible. Tienen su propio molino que todavía funciona (el mayor de los Estados Unidos), celebran su festival anual dedicado a los tulipanes e incluso se han acordado del detalle de incorporar en la parte más alta de la fachadas en canónico gancho para las mudanzas. ¡Y hablan algo llamado Pella Dutch! (no; marihuana no se puede fumar, no olvidemos que por mucho que quieran asemejarse a Holanda no dejan de estar plantados en medio y medio de Iowa).

A pesar de todo ello, lo único que queda en el municipio con pinta holandesa es la Pella Historical Village, un conjunto de veintidós edificios (aquí Postdam gana por goleada) que imitan la arquitectura de los Países Bajos, algunos de ellos originales y otros transladados al lugar a posteriori. Aún así en los Estados Unidos, donde el concepto de pueblo no tiene demasiado que ver con el que tenemos en Europa, este pequeño enclave donde la historia parece haberse congelado llama bastante la atención.


No cuela, menudo tufillo a oeste americano
Sólo falta una planta rodadora por esta avenida desierta



- Huis ten Bosch, un parque temático sobre Holanda en Japón

Los japoneses son así. ¿Que les gusta algo que no tienen? Pues se construyen una copia y problema resuelto. No en vano en Tokio podemos encontrar su propia torre eiffel y su estatua de la libertad. ¿Pero qué sucede cuando lo que les llama la atención es un país entero? ¿Lo copian también? Pues sí, escogen un terreno lo suficientemente amplio y se montan un parque temático en el que se aglomeran réplicas de los monumentos más emblemáticos de la nación en cuestión. No es broma, ved sino el Parque España de Shima, ese bizarro reducto espacio-temporal en el que las paredes de las casas se decoran colgando paelleras y si cruzas una esquina tras la Puerta del Sol (AKA reloj de Don Quijote) se te aparece la Cibeles.

Holanda también les ha llenado el ojo y también le han dedicado uno de estos parques, aunque éste no se llama Parque Holanda sino Huis ten Bosch, calcando su nombre del palacio real de La Haya. Hay que decir que ésta es la mejor copia de todas, o al menos lo parece desde las fotos. Se trata de un enorme recinto de ciento cincuenta hectáreas (más o menos el mismo tamaño que Mónaco entero) que se ubica en las inmediaciones de Nagasaki y al que se accede tomando un tren especial que nos deja directamente en... ¡la estación central de Amsterdam! (la estación central de Tokio, a todo esto, se le parece sospechosamente: ojo al dato). Tienen réplicas de casas, canales, hoteles, iglesias y también el Dom de Utrecht, el castillo de Gouda, y un largo etcétera de duplicados a tamaño real de los monumentos más sonados del país de referencia.


¡Hasta me lo creería si no fuese por las montañas de fondo!

Huis ten Bosch empezó a construirse a mediados de los ochenta y se tomaron el asunto bien en serio: durante el proceso excavaron más de seis kilómetros de canales artificiales y, para aportar verosimilitud al asunto, importaron desde tierras neerlandesas todos los ladrillos que iban a necesitar. En teoría no debía ser sólo un parque temático, sino un concepto fusionado con el de resort de vacaciones donde las familias podrían pasar temporadas enteras en contacto con la naturaleza y el pasado. Durante el apogeo del parque, en la década de los noventa, se empleaba a más de cien holandeses para que representaran espectáculos callejeros emulando el modo de vida tradicional holandés (dentro de lo tradicional que pueda llegar a ser, por ejemplo, una banda de mujeres con traje regional tocando el trombón en bicicleta)





En principio el invento fue un éxito y los turistas saturaban el parque día sí día también. Pero tras unos años el número de visitantes cayó en picado y en 2003 el complejo en el que tanto se había invertido acabó declarándose en bancarrota, malvendiéndose a bajo precio muchas de las casitas que en principio estaban destinadas al alojamiento de turistas.

Por suerte el parque acabó siendo comprado por otra compañía, que lo restauró y volvió a abrir en 2010. Sin embargo, al menos hasta la fecha, huis den bosh no volvió a ser lo que era. A día de hoy presenta un aspecto bastante desolado. Muchas casas han sido vendidas, la mayor parte de los negocios y tiendecitas del interior del recinto permanecen cerrados y tanto los animadores callejeros como los visitantes brillan por su ausencia.







¿Cuál de las tres reproducciones os parece la más fiel? Aunque dicen que las comparaciones son odiosas, terminamos el artículo con la foto de un rincón cualquiera de Holanda (en este caso Alkmaar) para jugar a parecidos y diferencias.






2 comentarios:

  1. Desde luego la Holanda japonesa.

    Saludos desde Alemania

    ResponderEliminar
  2. Concuerdo con anónimo, la japonesa es la mas similar.
    Una pregunta, aproximadamente cuanto miden las construcciones Holandesas, porque se ven bastante reducidas, pero la realidad puede ser otra.

    ResponderEliminar