viernes, 28 de junio de 2013

Kees Moeliker, el biólogo del pato muerto


Érase una vez un biólogo que se aburría mucho en su rutinario puesto de trabajo en un museo de historia natural. Hasta aquí todo normal. El problema es que dicho museo se encontraba en Holanda, lo que provocó que diversos factores contextuales confluyeran en este señor: El edificio en que trabajaba era de diseño moderno, cubierto de vidrio, el empleado gozaba de tiempo libre suficiente para observar frecuentemente el paisaje a través de este vidrio y para terminar todo el área circundante estaba plagada de patos.

¡Norman Bates a mi!

En éstas andábamos cuando un pato al vuelo se estampó contra el cristal, muriendo en el acto. Nada del otro mundo teniendo en cuenta las circunstancias. Sin embargo instantes después un nuevo
pato se acercó al reciente cadáver e hizo algo que cambiaría la monótona existencia de Kees. Nuestro amigo, que ya dijimos que no andaba precisamente ocupado, no tuvo mejor idea que documentar la escena que veía por la ventana y publicarla en un artículo científico. El artículo, como no podía ser de otro modo, ganó un IQ, el nóbel de las investigaciones tontas, y Kees se volvió conocido de la noche a la mañana. Ahora era el biólogo del pato muerto. Y él, tan holandés, se dedicó a seguir con la broma haciendo crecer la bola de nieve. Dejemos pues que sea él mismo quien nos relate su pintoresca historia.







Impagable lo de traerse el pato en una bolsa del Albert Heijn. Resumiendo, inmediatamente tras el accidente, un compañero de especie se acercó a violar al pato fallecido ante la atentísima mirada de Kees, que registró científicamente el primer caso de necrofilia homosexual patuna jamás presenciado por el ojo humano. La consiguiente publicación, que tiene cuatro páginas (con fotos) y podéis leer aquí, no nos cuenta mucho más aparte de que Kees, comprometido biólogo, inspeccionó apropiadamente las gónadas del pato para asegurarse de que era macho. Además menciona que la necrofilia heterosexual no es cosa rara en estos bichos (¿entonces por qué salió Kees corriendo de su despacho a comprobar el sexo del pato?) pero no aporta hipótesis alguna para explicar el incidente. Si eso ya os doy una yo: El pato estaba muy salido. Misterio Resuelto.


De jovencín ya apuntaba maneras
Si por algún extraño motivo esta historia os ha fascinado tanto como a mister Moeliker, sabed que cada cinco de Junio se celebra en Rotterdam el día del pato muerto, que comienza conmemorando el célebre incidente en la mismísima escena del crimen para terminar yendo a un restaurante a darse un banquete de, por supuesto, pato, en compañía de Kees y sus amigos. Contra todo pronóstico han llegado ya a la treceava edición, así que idlo añadiendo al calendario para el año que viene.

Para terminar, a los que leísteis el artículo del país chiquitico os diré que sí, que por supuesto este señor es mi contacto de tercer grado en el linkedin (en serio, haced la prueba).


1 comentario:

  1. Es un poco bizarro que una ciudad celebre el aniversario de una violación homosexual necrófila entre animales. Pero oye, para gustos...

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