lunes, 3 de diciembre de 2012

Los obreros makineros


¿Oigo un cani en coche? ¿oigo una verbena? ¡No, son los obreros holandeses durante una jornada laboral cualquiera!

En una ocasión una conocida me dijo que si al pasar junto a una obra sus trabajadores no le lanzaban la sarta de piropos de rigor, ella se indignaba y paseaba por la misma zona una y otra vez hasta que estos hombres dejaban de hacer cosas irrelevantes como poner ladrillos y cumplían al fin con su deber de empleados de la construcción. Fue toda una revelación. Lo que yo consideraba una pequeña tortura cotidiana (recordemos que España tuvo su boom de la construcción; estamos hablando de atravesar una media de dos obras diarias durante varios años) resultaba ser una especie de acuerdo tácito entre los transeúntes y el gremio de la construcción. La honorable tradición del piropo del obrero.


Visto estaba que no gozaba tan siquiera del derecho a molestarme ante estas repetitivas exhortaciones, consideradas por algunos como orgullo patrio y por otros como el horrible bochorno de pasar junto a una obra. Cual sería pues mi alegría al descubrir que los obreros holandeses tienen también un rígido protocolo gremial a seguir, pero es diametralmente opuesto al nuestro. Básicamente, desde que llegan a su andamio bien tempranito, tienen como norma encender una radio a unos volúmenes nada despreciables que imposibilitan toda interacción con los transeúntes y ejercen de servicio despertador para todo el vecindario.


Dada la coyuntura cabría esperar algo bien viril como un buen heavy-metal o machacona música tecno. Pero de acuerdo con mi experiencia los gustos musicales de los bouwvakkers son bastante homogéneos y tiran más hacia el repertorio de grandes éxitos de kiss FM. Sorprendente resulta también la solidaridad que muestran al compartir su música con todos nosotros en los tiempos del mp3 y los macrocascos, al menos hasta que reparas en que llevar puestos unos auriculares podría impedir a estos señores escuchar el grito de alarma cuando está a punto de caerles un ladrillo en la cabeza.





En lo que a mi respecta, una maravilla poder al menos despreocuparse de los obreros en un país en el que te abordan hasta en la parada de autobús. En lo que respecta a los vecinos, una fuente gratuita de entretenimiento a no ser que pretendan levantarse tarde (bueno... pensandolo bien en los países bajos nadie contempla levantarse tarde). En lo que a los propios obreros respecta... estooo, no sabía que construir casas fuese uno de estos trabajos ruidosos que implican riesgos para la capacidad auditiva, pero si ellos lo aceptan así qué podemos añadir nosotros. Sólo queda una última duda. ¿Debatirán el canal de radio cada mañana o estará previamente establecido por política de empresa?

En esta ocasión todas mis investigaciones han sido infructíferas y no he podido encontrar ningún artículo comentando el tema de la música obrera. Lo que si encontré, para vuestra desgracia, fue otro de estos cantantes pachangueros de andar por casa al estilo de Zanger Rinus que tanto furor causan por estos lares. Así que os presento a Erik el obrero cantarín (¿en seeerio? y nosotros pensando que con the gay handyman lo habíamos visto todo). Ha llegado pues el momento de callarme y dejaros con su videoclip casero para ir animando la semana.





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